Por primera vez en su carrera Takeshi
Kitano rodaba una secuela, y continuaba así la historia de los
clanes Yakuza Sanno en “Outrage Beyond”, con el que este año se
volvía a presentar en el Festival de Sitges.
Si con “Outrage”, Kitano hacía una
puesta al día los métodos del submundo criminal en los tiempos que
corren, en que los códigos de la vieja guardia quedaban desfasados
ante el hambre de dinero y poder de la nueva generación, en esta
segunda parte toma un camino muy diferente.
Esta es una película de yakuzas mucho
más clásica, en que, continuando directamente el status quo que
quedó en el movido final de la primera parte, Kitano remueve de
reunión en reunión a los clanes, con una inevitable y provocada
guerra en ciernes.
El clan Sanno, con nuevo presidente
después de que Kato asesinara al jefe Sakuichi, progresa en su
escalada, y con el hábil Ishihara dirigiendo las operaciones se
comienza a introducir en la política y los negocios legales. La
policía sin embargo no esta contenta con esa expansión, y a través
del ambiguo detective Kataoka remueve las cosas, primero instigando
un golpe de estado en el clan, intentando hacer unir lazos a uno de
los lugartenientes con un poderoso clan rival de Osaka.
Cuando no funciona, pone en marcha el
plan B, y hace aparecer en escena a Otomo, el yakuza de la vieja
guardia que ha pasado varios años en prisión, y al que le consigue
la libertad condicional.
“Outrage” le sirvió a Kitano para
volver al género actualizándolo a los códigos actuales, sin dejar
atrás la corrupción policial. La manipulación y el estar por
delante de los demás (y a matar antes de morir) estaban por encima
de códigos de honor y promesas, y eso persiste y se acentúa más
todavía en esta segunda entrega. La novedad es que el Maquiavelo de
“Outrage Beyond” es un policía de la agencia contra el crimen
organizado de motivaciones más que oscuras, al que todos sus
compañeros le dicen que esta demasiado cerca de los criminales. Y es
que no hay demasiada diferencia entre sus métodos para remover las
cosas y los que emplean los propios jefes yakuza.
Esta secuela es mucho más clásica que
la primera parte en el sentido en que, una vez Kitano nos ha enseñado
como funciona ahora el cotarro, vemos ese juego de amistades, pactos
de lealtad que se rompen al momento, y lucha de clanes. No esta
demasiado alejada en absoluto de las “Battles without honor and
humanity” de Fukasaku, solo que esta vez el antihéroe tarda media
hora en aparecer en pantalla.
Es lo que tarda en reaparecer el
dado-por-muerto Otomo, el personaje del propio Beat Takeshi. Este
yakuza de la vieja guardia, sale de la cárcel a regañadientes
absolutamente nihilista, queriendo dejar atrás todo.
El contraste se lo da el personaje de
Hideo Nakano, Kimura, su rival en la anterior parte y con el que
ahora forma una extraña alianza en busca de venganza. Mientras que
Otomo solo quiere desaparecer, morir o largarse del país, Kimura
sueña con tener su propio clan una vez le presentan la oportunidad,
y mantiene ese espíritu del código yakuza como demuestra en varias
ocasiones, incluso arranándose una falange con sus propios dientes.
Así vamos de reunión en reunión, de
intento de pacto a intento de pacto, con el clan Sanno intentando
acabar con las deslealtades por lo sano.
Lo que se mantiene por supuesto son
esos arrebatos de violencia, dura, seca e inesperada, especialmente en la parte final. Kitano la rueda con su estilo
parsimonioso habitual, preparando perfectamente cada uno de los
momentos, con esos pequeños toques de humor negro.
La película es otra gozada para los
sentidos; a nivel de dirección, puesta en escena, o ambientación.
Absolutamente a destacar el
extraordinario reparto que ha vuelto a reunir Kitano, algunos
repitiendo papel, como Tomokazu Miura como el ambicioso jefe Kato, o
el magnífico Ryo Kase interpretando a Ishihara, además del siempre
brillante en papeles sibilinos Fumiyo Kohinata. Otros llegan de
nuevas como Toshiyuki Nishida, Kenta Kiritani o Hirofumi Arai, poca
broma.
Seguramente este binomio de “Outrage”
no marcará una época como lo pudo hacer los “Election” de To,
pero estoy convencido que según pasen los años se verán como otros
dos clásicos del director. Parece por lo menos que esta segunda
parte ha sido recibida con alabanzas generalizadas a diferencia de la
frialdad con la que se hablaba de la primera parte en su pase por
festivales.
Teniendo en cuenta que por fin ha
llegado hasta nuestro país el primer “Outrage”, es de suponer
que dentro de no mucho tiempo se podrá disfrutar en las salas
españolas de esta más que digna secuela.
Desde luego por calidad el film lo
merece.
8´5 de 10
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